sábado, 22 de noviembre de 2008


MI EXPERIENCIA


CRONICA DE UN VIAJE ESPERADO

Muy entusiasmadas y en la expectativa por el viaje que realizaríamos para desarrollar nuestro proyecto de práctica en la vereda de Aipecito, nos dirigimos a la plazoleta de San Pedro para preguntar que carros y a que horas salían el domingo; ese mismo día se compraron las cosas necesarias, hicimos una pequeña remesa calculando que nos alcanzaría para unos 15 días aproximadamente.

En la jornada de la tarde empezamos a preparar la maleta, a empacar cobijas, ollas, platos y no podía faltar la colchoneta, ahora solo nos quedaba esperar que llegar el domingo para partir.

Siendo el domingo a las 9 de la mañana nos quedamos de encontrar en la plazoleta para esperar la chiva, la verdad estábamos muy entusiasmadas por que nunca habíamos montado en una chiva y a la vez un poco de tristeza, pues nuestras familias nos acompañaron hasta la hora de partir y solo esperábamos el momento de la despedida.

Estando en la plazoleta y esperando la chiva, nos preguntábamos ¿Quiénes serán todas esas personas?, ¿será que también irán para allá?, ¿Cómo será el viaje?, ¿Cómo será la vereda?, ¿Quién nos recibirá?, y con todas esas inquietudes en la cabeza, la chiva pronto llego, con su sonido particular, todos corrimos a subirnos en un lugar adecuado donde pudiéramos ver el recorrido del viaje, pero además afanadas por acomodar nuestras cosas de tal manera que en camino no se nos dañara nada, hasta que llego el momento de despedirnos y decir adiós, con lagrimas en nuestras mejillas nuestros padres nos abrazaron deseándonos los mejor y dándonos
recomendaciones y consejos para el viaje y la estadía.
Iniciando el recorrido, la chiva hizo su primera parada en el municipio de Palermo, allí nos bajamos para comprar algo de comer. Todo iba bien hasta allí, cuando arrancamos de nuevo nos empezamos encontrar con carreteras cada vez mas estrechas, y si observábamos de lado a lado, ya solo se encontraban montañas y abismos.
















Íbamos tan anonadadas divisando el paisaje, cuando de repente la chiva paro en una subida, la verdad no le dimos importancia porque se iría a subir pasajero mas, después de pasar mas de 5 minutos empezamos a preguntar porque la chiva no arrancaba, el ayudante sin darnos mucha importancia solo nos dijo que estábamos varados pero no era nada grave, pero la verdad era que se había descompuesto el carburador y tendríamos que transbordar.

Pasada una hora, al fin llego la chiva en la cual continuaríamos nuestro recorrido, lo peor era que la chiva en la que nos montamos tendría que arrastrar a la otra hasta el cruce llamado Los Guácimos, por lo que íbamos demasiado despacio.


Llegando a este sitio, se dejo la otra chiva y continuamos el viaje, después de unos minutos nos empezamos a preocupar por el estado en que se encontraba la carretera, pues estaba muy fea y se veían abismos impresionantes, nunca antes habíamos visto algo así, un poco acostumbrados, nos fuimos acoplando a la larga rutina del viaje.
A lo lejos lográbamos visualizar un poco la vereda, y muy pronto llegamos pasadas 8 horas de viaje.


Cuando llegamos, bajamos todo el equipaje mientras observábamos tímidamente la vereda, pronto llegaron las profesoras de la escuela que sin darnos cuenta iban en la misma chiva, ellas nos ayudaron a entrar las maletas en la casa donde se hospedaban.

Estando allí nos presentaron a los otros maestros con los que convivían, y ellos muy cordialmente nos saludaron, uno de los profesores nos ofreció su cuarto para que nos quedáramos allí mientras la practica.

Con un poco de pena empezamos a instalarnos en el cuarto, arreglamos la colchoneta y la maleta en el suelo.